Se apagó una luz, pero quedó un sol…!
Uno recuerda con aprecio a sus maestros brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos. Carl Gustav Jung
El viernes pasado falleció en Los Mochis el Dr. Julio Ibarra Urrea, un hombre que dedicó gran parte de su vida a la educación superior dejando en esta actividad un gran legado que solo se niegan a reconocer las mentes obtusas que viven aferradas a un engañoso pasado.
Julio Ibarra estudió medicina, profesión en la que fue muy destacado, combinó un tiempo con la cátedra universitaria para terminar abrazando definitivamente la hermosa profesión de la enseñanza forjadora de nuevos y buenos profesionistas formados con valores humanos.
Fue Rector de cuatro instituciones de educación superior: la Universidad de Sinaloa que al recibir su autonomía tuvo también su rectoría; fundador y Director del Instituto Tecnológico de Sonora y mas tarde fundador y primer Rector de la Universidad de Occidente.
En 1963 fue designado por el Gobernador Leopoldo Sánchez Celis Rector de la entonces Universidad de Sinaloa.
Gestionó y logró que en 1965 el Gobernador Sánchez Celis otorgara la autonomía a la antigua casa rosalina siendo ratificado por el Consejo Universitario para que continuara en la Rectoría.
Ya con la UAS promovió el sistema de becas y la libertad de cátedra entre otras reformas que al paso de los años terminaron siendo adoptadas por la institución.
Pero en aquellos tiempos comenzaba a cobrar fuerza al interior de la Universidad el dogmatismo marxista que de la Escuela de Economía se extendió a todas las licenciaturas y preparatorias.
Comenzaban los tiempos difíciles para la vida interna de la institución y Julio Ibarra tuvo que dejar la rectoría en medio de acciones violentas de parte de los radicales maestros y alumnos contaminados.
Su sucesor, el Dr. Rodolfo Monjaraz Buelna supo mantener el timón de la nave universitaria hasta concluir su gestión pero la agitación se recrudeció con la llegada del Dr. Gonzalo Armienta Calderón quien se vio obligado, primero a despachar fuera del edificio central tomado por los grupos antagónicos y luego renunciar.
Años después, los dos ex Rectores volverían a reencontrarse para forjar una nueva institución ajena a todo movimiento de agitación: la Universidad de Occidente, creada a iniciativa del Dr. Armienta por ese entonces Secretario General de Gobierno con don Antonio Toledo Corro.
El Dr. Ibarra estaba al frente del Instituto Tecnológico de Sonora, del que fue fundador, cuando fue llamado por el Gobernador Sánchez Celis para que regresara a Sinaloa y participara en la creación de una nueva Universidad.
Se daba continuación al proyecto de Armienta Calderón y un grupo de ex alumnos integrados en el Centro de Estudios Superiores de Occidente para promover una nueva educación superior en Sinaloa que, en septiembre de 1979 puso a funcionar la escuela de Ciencias Básicas de Ingeniería en Culiacán.
Así, unidas dos brillantes mentes de dos hombres con visión y fe en el futuro de Sinaloa, surge en 1982 la Universidad de Occidente teniendo como su primer Rector al Dr. Julio Ibarra Urrea que estaría ligado a ella por el resto de su vida.
Días antes de su fallecimiento el Gobernador Quirino Ordaz Coppel anunciaba la próxima declaratoria de autonomía para la Universidad de Occidente, cumpliendo uno de los anhelos que tenía el ex Rector.
De Julio Ibarra se ha escrito no lo suficiente.
Ronaldo González Valdés señala que Ibarra Urrea encarnó la ideología del nacionalismo revolucionario ya que perteneció a una generación creyente en el valor de la educación como inculcadora del nacionalismo, defensora a ultranza del laicismo y promotora de la idea del título universitario como pasaporte de ascenso social.
Los que fueron sus alumnos y profesores que trabajaron con él lo recuerdan como el Rector humanista, que ponía todo de su parte para que la Universidad de Occidente creciera y forjara profesionistas con sentido humanista.
En el Rector todos, alumnos y maestros, encontraban al hombre afable, abierto siempre dispuesto a escuchar y orientar.
Fue, como escribió mi comadre Alma Carmina Rosas: “…ilustre profesional, caballero intachable, esposo y amigo ejemplar quien hizo de su profesión un apostolado, con imagen icónica en el ambiente cultural y académico de Sinaloa…”
Su frase: «No cruce este umbral quien no tenga deseo de aprender, aquel estudiante que lo haga será porque tiene ganas de saber más, porque quiere ser cada vez mejor” es un mensaje para aquellos que aspiran estudiar en la UdeO.
Julio Ibarra es, en justicia, uno de los íconos de la educación superior en Sinaloa.
Su vida se apagó. Cumplió su ciclo.
Pero dejó una gran herencia de saber en los ámbitos universitarios.
Se apagó una luz, pero queda un sol brillando en su esplendor:
Su legado universitario.