El anarquista que pretende mejorar el mundo es un fenómeno que carece en absoluto de sentido. Lo más grotesco de él es su frecuente pretensión de tener razón, mientras el universo está equivocado. Hermann Keyserling
Se ha vuelto ya una costumbre que cuando un sector de la ciudadanía no es escuchado por las autoridades para la solución de los problemas lo mismo que cuando se pretende continuar con añejas prácticas monopólicas, se recurra a los bloqueos a manera de presión para lograr las respuestas que desean.
Así hemos visto al correr de los años como grupos campesinos bloquean carreteras y toman casetas de peaje demandando precios justos para sus cosechas o, lo más común, el pago de compensaciones ofrecidas por el sector oficial.
En esos casos, hasta cierto punto asiste la razón a los demandantes que realizan esos bloqueos.
Digo hasta cierto punto, porque la medida es del todo ilegal ya que se cierran vías de comunicación importantes, lo que constituye delito.
Pero además, es abusivo y arbitrario porque se afecta el libre tránsito de miles de personas por esos caminos, que en ocasiones demoran por largas horas su viaje perdiendo tiempo y hasta dinero.
Son actos de anarquía porque representan la ausencia del Estado, del poder público.
Ausencia del poder público porque no actúa en consecuencia, primero cumpliendo sus compromisos de gobierno evitando esas demandas y, segundo, porque permite que se violente la Ley con manifestaciones que afectan gravemente los derechos de terceros, los viajeros.
Es cierto, constitucionalmente existe un derecho a la libertad de manifestación y de expresión, libertades que tienen como límite donde comienzan los derechos de terceros, es decir, de los perjudicados con esas manifestaciones.
Hay otro tipo de manifestaciones en cierre y bloqueos de calles como el que se registró el martes 23 en Los Mochis cuando cientos de camiones cerraron la calle Belisario Domínguez por casi mediodía protestando contra particulares que utilizan sus propios camiones para traslado de mercancías, productos o materiales.
Aquí se percibe que mas allá de esa demanda existe un trasfondo político. Puede haber mano política atrás
Argumentan los dirigentes de esos manifestantes que aun no se ha liberado el transporte y que por ello solo los camioneros organizados tienen derecho a realizar esos acarreos.
En efecto. Hay razón, en parte, para esos argumentos.
En junio del año pasado el Congreso local aprobó reformas a la Ley de Tránsito y Transportes del Estado de Sinaloa para la liberación del transporte y fijó un plazo de 180 días para que el gobierno del Estado expida la reglamentación correspondiente.
El plazo ha transcurrido y el reglamento no sale.
Vale señalar que Sinaloa es uno de los dos Estados que no ha acatado la recomendación de la Comisión Federal de Competencias. El otro es Tamaulipas.
En el resto del país ya está liberado el transporte y aquí persisten los monopolios.
Precisamente por eso se aprobaron las reformas pero todo sigue igual.
Ahora bien, lo que demandan los camioneros ¿es la vigencia de la liberación o la vigencia de la Ley que les otorga la franquicia para monopoliza el transporte?
Pero, mas allá de esas demandas del monopolio transportista que se opone a que los empresarios manejen sus productos o cargas en camiones de su propiedad, están las formas en que exponen esas demandas.
Atentan contra los derechos de libre tránsito de otros ciudadanos, muchos, pero muchos más que ellos mismos y sus familias.
Decenas de miles de automovilistas y pasajeros de unidades del transporte público se vieron afectados por ese bloqueo que iba contra la Delegación de Vialidad y Transportes pero que abarcó varias cuadras de la Belisario Domínguez y bloqueó también la circulación vehicular de otras calles como Cuauhtémoc, Marcial Ordoñez y Bienestar desde Constitución hasta Corregidora.
Y no fue solo el bloqueo. Hubo agresiones verbales que a punto estuvieron de ser físicas contra automovilistas que intentaban llegar a sus domicilios o negocios.
Una señora fue violentamente bloqueada y maltratada verbalmente por un patán porque trataba de llegar a su negocio en Belisario Domínguez y Ordoñez.
Y las autoridades?
Bien gracias!
Los agentes de tránsito solo se concretaron a dirigir la circulación para eludir el bloqueo cuando su obligación y la de la fuerza pública municipal y estatal era liberar las calles cerradas e infraccionar a los bloqueadores.
Lo dicho, se manifiesta la falta de autoridad.
Y cuando falla el Estado sobreviene la anarquía.
Y estamos a un paso de ella.