Con sus debidas diferencias en las formas y en el discurso, Andrés Manuel López Obrador retoma un ejercicio aplicado desde hacedos sexenios: que el mandatario federal en turno escuche a lasvíctimas del crimeny la violencia. La apuesta conlleva sus riesgos para lainvestidura presidencialy generalmente ha sido reactiva tras situaciones trágicas lo que lleva de laesperanza al desencanto. Con el próximo presidente se plantean nuevas formas, nuevos principios y al menos se abre “una ventana de oportunidad”.
Permitiendo interrupciones de familiares de víctimas, elvirtual presidente electosubrayó que en estos foros rumbo a la pacificación el mensaje nacional debe ser “deunidad y reconciliación pues ya pasó la campaña”. Pidió a la población ser respetuosos, tolerantes ysin sectarismos; asimismo, es clave su llamado adebatir sin censura,para que entre todos se pueda elaborar y llevar a la práctica el programa para pacificar al país.
“Coincido con los que dicen queno hay que olvidar,pero sí estoy a favor de perdonar. ‘Olvido no, perdón sí'» será sin duda las frases para recordar de López Obrador enCiudad Juárez.
Con cautela deberán compararse las experiencias vividas en el sexenio deFelipe Calderón. Habrá que recordar que en febrero de 2010 se organizó el foro “Todos somos Juárez” justamente en esa ciudad fronteriza; acaba de ocurrir la masacre de 15 jóvenes en el fraccionamientoVillas de Salvarcary desde Japón el presidente había hecho referencia a ellos comointegrantes de pandillas.
De manera inédita, un presidente de la República escuchaba de frentereclamos y señalamientosde padres y madres de familias a su estrategia de lucha contra el crimen que, según ellos, derivó en los altos índices de violencia en esafranja fronterizay por ende en la masacre. Felipe Calderón aunque atento a las palabras, no se movió desu posturade actuar de esa manera.
No tardaría mucho para tener que participar en otro encuentro similar. Fue el 23 de junio de 2011 en el Castillo de Chapultepec conJavier Sicilia,entonces líder del Movimiento por la Paz, con Justicia y Dignidad (MPJD). Había reclamado por losaltos índices de delincuencia, lo que involucró la muerte de su hijoJuan Francisco,en marzo de ese año en el estado deMorelos.
Sicilia fue lapidario y sin tapujos reclamó que “elEstado mexicanoestá fallando en su función de proteger a su gente, y ustedes son responsables de los 40 mil muertos, y de miles de huérfanos ydesaparecidos. Son responsables de un ejército que no existe porque está formado por criminales”.
Unsegundo encuentrose vivió en octubre de ese año donde se mantuvo elintercambio de reclamosy la justificación de los funcionarios federales. Sicilia solicitó en aquel entonces un «mapa de ruta de la desmilitarizacióndel país».
En el sexenio que está por terminar Enrique Peña Nieto solo tuvo una reunión de esas características con los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa que ocurrió a puerta cerrada; también se pueden considerar las sesiones del Consejo del Sistema Nacional de Seguridad, donde gente como Alejandro Martí y María Elena Morera hacían oir su voz y la elevaban con reclamos.
Habrá que reconocerse la publicación en enero de 2013 LaLey General de Víctimas, casi seis meses después de que el expresidente Felipe Calderón la rechazó y presentó por ella unacontroversia constitucionalpara exigir cambios. Peña Nieto la consideró adecuada, aunque “perfectible”, para comenzar a atender a las víctimas.
A la luz se estas experiencias, que van de la esperanza al desencanto, el próximo gobierno federal encabezado por López Obrador quiere llegar con unaruta críticao “plan de pacificación” consensuados hasta donde sea posible por la población afectada paraasumir ese mandato.
Quienes tengan algo que decir o proponer tras unaexperiencia traumática,deberán dar elbeneficio de la dudaa estos espacios e insistir en que su punto de vista sea considerado si es que se pretende cambiar de fondo estasituación violenta, trágica y dramática que padece buena parte del territorio.