Cientos desfilan por la oficina de AMLO: quieren pedirle algo, verlo, al menos felicitarlo

La casa de campaña de Andrés Manuel López Obrador, Presidente electo de la República, en la colonia Roma Norte se ha convertido desde la semana pasada en el destino de decenas de mexicanos que acuden todos los días desde muy temprano para pedir una audiencia con el tabasqueño y entregarle en la mano proyectos, expedientes, currícula y solicitudes de trabajo.

Las personas llegan de todo el país para solicitarle desde sacar a sus hijos de la cárcel, que les done un vehículo para trabajar como taxistas, que les paguen su finiquito, hasta liberarlos del líder sindical Carlos Romero Deschamps.Casi ninguno logra saludarlo o entregarle en persona su petición. La gran mayoría no pasa de la reja de acceso a la construcción.

Ciudad de México, 10 de julio (SinEmbargo).-“¡Oro finísimo!, así le voy a gritar, ¿sabe por qué?, porque ahora ya es Presidente de la República”, dice Juan Martínez Pérez, un hombre de la tercera edad que trae un sobre manila en sus manos y espera paciente afuera de Chihuahua 216 en la colonia Roma Norte.

Juan espera desde la mañana, llegó temprano a la casa de campaña de Andrés Manuel López Obrador, Presidente electo de la República. El hombre de chamarra remendada y mirada aguamarina llegó con una esperanza: ver a su “plata finísima”, como le ha gritado en los mítines desde que López Obrador era candidato a la Jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal.

“Yo siempre he ido a sus mítines, desde hace muchos años lo conozco. En una ocasión yo le grité: ‘¡Obrador eres como la plata fina que no se oxida, 0720 pura ley!’, como unas monedas de 25 centavos de planta que había antes y que las tirabas y sonaban muy bonito; esa plata no se oxida”, dice.

El hombre sonríe y sigue con su relato: “cuando llegó a Jefe de Gobierno [López Obrador], él recibía a 30 personas ahí en el Zócalo, en su oficina. Colocaban 15 sillas de un lado y 15 de otro. Yo fui como dos, tres veces. La tercera vez me tocó pasar y salió él con sus asistentes y le preguntaba a la gente: ‘¿Qué necesitas?, ¿en qué te puedo ayudar?’ Cuando llegó conmigo se me quedó viendo y me dijo: ‘ Espérame allá, cuando termine voy para allá’. Cuando terminó fue y me pasó a una oficina y le dijo a su asistente: ‘Te voy a mandar una persona para que le den un trabajo’. Le dije: ‘Obrador, muchas gracias’, y ya me iba, estaba como a 10 metros cuando volteo a verlo y me grita: ‘plata finísima’”

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