De repente brotaron por todos lados muchos “morenistas”; conocidos políticos oportunistas de nuestro entorno, en el estado y a nivel nacional, que han andado por todos lados buscando chambas, menos en el PRI, resultan ser ahora fieles simpatizantes del movimiento político que encabeza Andrés Manuel López Obrador, que lo llevó a ganar abrumadoramente la Presidencia de México, imponiéndose a todos sus adversarios juntos.
Desde el pasado primero de julio, han brotado como las aguas negras de la JUMAPAG, “morenistas” por todos lados que apoyan el proyecto político de AMLO,a los gobernadores que ganaron en los estados y las presidencias municipales, como en el caso concreto de la nuestra, que hace apenas unos meses era una recalcitrante perredista por donde había llegado en dos ocasiones a ser regidora.
El hartazgo contra el PRI por su corrupto, incapaz, simulador y cómplice gobierno, abonaron al clima que estamos viviendo, cuando la mayor parte de los mexicanos se sienten ganadores, por el solo hecho de haber desfondado al viejo partido durante las pasadas elecciones.
Esa euforia similar a la vivida en el 2000 cuando Vicente Fox derrotó a un incapaz, tímido y frío Francisco Labastida, ojalá no tenga el mismo final del sexenio foxista, cuando los mexicanos se empezaron a lamentar porque nada había cambiado y el discurso de la chachalaca guanajutense, no pasó de ser un mero discursos clientelar.
Priistas, más que de pura cepa, acostumbrado a mamar durante muchos años la teta presupuestal, tienen los santos volteados para que todo le salga mal a virtual presidente electo y no desaprovechan la oportunidad para señalar cuestiones intrascendentes que ocurren en el cuartel de Andrés Manuel, exigiendo la solución de algunos de los muchos problemas que los gobiernos priistas no han podido resolver en casi ochenta años de negra historia.
Esos mismos grupos se ponen de lado de los ministros de la Suprema Corte de Justicia que quieren seguir viviendo como virreyes con sueldos insultantes de más de medio millón de pesos mensuales, o de los consejeros del INE que en respuesta a la pretendida intención del nuevo gobierno de implementar un plan de austeridad le mandaron una multa por 197 millones de pesos al partido de Andrés Manuel López Obrador por haber operado mal el fideicomiso para los afectados del terremoto del pasado 19 de septiembre.
Lo mismo ocurre en los estados y municipios en donde Morena será gobierno dentro de unos meses, dependiendo las fechas en que concluyen constitucionalmente los gobiernos locales en diferentes zonas del país.
En el caso particular de los municipios sinaloenses, en donde de repente, insistimos, aparecieron muchos “morenistas” que antes militaban en otros partidos, incluyendo a la propia alcaldesa electa, Aurelia Leal, andan desesperados buscando la oportunidad de volver a treparse al carro de la revolución pues en su diccionario la palabra “trabajo” ya no existe, utilizando toda tipo de artes y recursos para halagar a quien sin duda ganó las elecciones pasadas y que a partir del primero de noviembre, se convertirá en la nueva presidenta municipal de Guasave.
En esa euforia colectiva de oportunistas “buscachambas”, muchos se han ido de paso a tal grado de llegar al insulto y la denostación contra adversarios políticos que en algunos casos- muy pocos, por cierto- no hicieron otra cosa más que aportar lo mejor de su capacidad y preparación académica para de servir a Guasave y a quienes en ese domingo histórico del primero de julio se les negó la oportunidad por el ese tsunami que llegó de Tabasco con el nombre de Andrés Manuel Lópe3z Obrador, arrastrando todo a su paso.
Miente quien quiere quedar bien y diga que Aurelia Leal fue una buena candidata que derrotó por su propuesta y carisma Diana Armenta. La actual alcaldesa con licencia a punto de regresar, hizo lo suficiente durante su gobierno de apenas un año para que los guasavenses le otorgaran su voto de confianza, pero el “efecto Morena” fue tan inmenso que la gran mayoría que acudió a las urnas iba con la clara idea de cruzar la boleta por “Morena” sin importar quien fuera el candidato.
Y fue así como surgió una nueva camada de gobernantes.
Prueba lo anterior, el hecho de que el Partido Encuentro Social que iba coaligado en la coalición ganadora Juntos Haremos Historia está a punto de perder su registro porque no alcanzó el 3 por ciento de las votaciones que se requiere para conservarlo, pero tendrá una gran cantidad de diputados federales y senadores durante la próxima legislatura, porque ese mismo efecto los sacó adelante.
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