B u e n o s d i a s
Ramón CABANILLAS A.
La debacle priista del pasado seis de junio, que dejó al partido tricolor por los suelos y a sus militantes adoloridos y con muy pocas ganas de seguir adelante, tiene un nombre y apellido, el de Quirino Ordaz Coppel, el gobernante sinaloense más preocupado por hacer negocios que cumplir su palabra empeñado con los sinaloenses y los priistas en particular.
La mala percepción que los habitantes de la tierra de los once ríos tienen de su gobernante, es el reflejo de los resultados que se obtuvieron durante el pasado proceso electoral donde, el abanderado de coalición que encabezó el PRI, junto con el PAN y PRD, fue humillado y zarandeado por las huestes morenistas y pasistas, a pesar de todo el apopo que tuvo del aparato gubernamental encabezado por el propio Quirino.
En el 2010, el gobierno estatal de Chuy Aguilar mostró la mala influencia de un gobernante ante su pueblo producto de la frivolidad, la política de camarillas y las malas decisiones, al propinarles el no bien recordado Mario López Valdez aquella dolorosa derrota que terminó con casi 90 años de hegemonía priísta en el estado, ayudado en aquella ocasión por políticas traicioneros y convenencieros que le dieron la espalda a su partido y su fueron apoyar al PAN quien era el que postulaba a Malova.
Once años después, el PRI vuelve a sufrir otra derrota en el Estado, pero ahora no hubo traiciones. Fue simple y sencillamente el mal gobierno de Quirino Ordaz el influyó en el resultado, a quien por lo visto no le sirvieron los cientos de millones de pesos que gastó en pulir su imagen personal y el apoyo material y humano que le dio al candidato priista, Mario Zamora Gastélum que no pudo superar una diferencia de más de 260 mil votos. Son muchos, muchísimos, para un candidato patrocinado y apoyado por un gobernante que se preocupó más por calificar bien en las encuestas nacionales y recibir las más altas calificaciones de aceptación como gobernante pagadas a muy altos costos con dinero del pueblo, que en cumplir su palabra empeñada a los sinaloenses.
Fue público y notorio que durante el pasado proceso electoral, funcionarios de primer nivel del gobierno estatal sin el menor rubor político hicieron campaña por Mario Zamora Gastélum, viéndose obligado el gobernador a tener que pedirles la renuncia a sus Secretarios de Agricultura y de Pesca y Acuacultura, que se pasaban mas tiempo arriba del camión de campaña del abanderado priistas que en sus oficinas del palacio de gobierno. Ahora Manuel Tarriba y Evelio Plata están en sus casas por andar buscando chamba anticipada por otros seis años.
El mismo gobernador denostó contra el propio candidato morenista, Rubén Rocha Moya y su principal impulsor en la carrera por el gobierno del estado, el presidente del PAS, Héctor Melesio Cuén Ojeda, a quienes ahora, una vez concluído en proceso, busca como su tablita de salvación por la orfandad en que quedará a partir del día último de octubre cuando concluya su período de gobierno.
Quirino deberá ser uno de los exgobernadores más investigados al término de su gestión, producto de la frivolidad de su gobierno y la proclividad para hacer negocios, invirtiendo millones de pesos en obras suntuarias que no trajeron ningún beneficio a Sinaloa como los estadios deportivos que construyó para después entregar a particulares; complejos turísticos en el sur de Sinaloa, particularmente en Mazatlán; plantas congeladoras y procesadoras de jaiba como las del Cerro Cabezón: fraccionamientos con gran potencial turístico en varias regiones de Sinaloa, entre ellas Bellavista en el municipio de Guasave a donde ya mandó construir una carrera, introducir la luz eléctrica y agua potable.
La entrega-recepción del gobierno del Estado dejará al desnudo muchas de las operaciones nada claras que se realizaron durante el gobierno estatal que está por concluir y del cual no han dicho ni una sola palabra ni la Auditoria Superior del Estado ni la Comisión de Fiscalización y Rendición de Cuentas.
Habrá para más-
La invitación para que nos siga en eltiempodesinaloa.com